jueves, 13 de octubre de 2011

La ética para David Hume

Hume trató la ética por primera vez en el segundo y tercer libro del Tratado de la naturaleza humana (1739). Muchos años después, extrajo y extrapoló las ideas allí propuestas en un ensayo más corto titulado Investigación sobre los principios de la moral (1751). La aproximación de Hume a los problemas morales es fundamentalmente empírica. En lugar de decir cómo debería de operar la moral, expone cómo realizamos los juicios morales. Tras proporcionar varios ejemplos llega a la conclusión de que la mayoría (si no todas) de las conductas que aprobamos tienen en común que buscan incrementar la utilidad y el bienestar público. Al contrario que el también empirista Thomas Hobbes, Hume declara que no sólo realizamos juicios morales teniendo en cuenta nuestro propio interés, sino también el de nuestros conciudadanos. Hume defiende esta teoría de la moral al asegurar que nunca podemos realizar juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con hechos y extrae conclusiones a partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción sobre otra; sólo los sentimientos pueden hacerlo. Este argumento contra la moral fundamentada en la razón forma parte hoy en día de los argumentos antirrealistas.

Por tanto, Hume niega la existencia de una "razón práctica" y la posibilidad de una fundamentación racional de la ética. El objeto de la moral (pasiones, voliciones y acciones) no es susceptible de ese acuerdo o desacuerdo entre las ideas sobre las que se basan lo verdadero y lo falso. Si la razón no puede ser la fuente del juicio de valor, habrá que buscarlo en el sentimiento, que surge espontáneo en nosotros ante acciones susceptibles de lo que consideramos valoración moral. El análisis de este sentimiento revela que es una forma de placer o de "gusto". Ello le lleva a excluir de la moral todo rastro de austero moralismo o de mortificación del alma o del cuerpo, porque el fin de la moral es la felicidad y el gozo de vivir del mayor número de hombres posible.

Igualmente duro se muestra Hume ante el problema religioso. Menoscaba la pretensión de las pruebas de la existencia de Dios, y niega su existencia apelando al problema del mal en el mundo. La religión tiene su origen en el sentimiento de miedo de la gente y en la ignorancia de las causas de los eventos terribles de la naturaleza. En su libro Historia natural de la religión, defiende una evolución a partir del politeísmo, hasta llegar a la idea abstracta de la divinidad propia de las religiones monoteístas.

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